El mercado inmobiliario mundial -un sector consolidado y diverso- está valorado actualmente en la asombrosa cifra de 300 billones de euros, con un fascinante panorama de cuotas de mercado: el sector inmobiliario comercial cuenta con 31 billones de euros, el residencial con la impresionante cifra de 244 billones de euros y las propiedades agrícolas están valoradas en 34 billones de euros. Una tendencia emergente en este mercado es el concepto de tokenización, un proceso que, incluso a una tasa modesta del 0,5%, tiene el potencial de convertirse en una industria medida en billones de euros. Según Deloitte, para el año 2030, la tokenización inmobiliaria alcanzará el hito del billón de euros, lo que supone un cambio monumental en la forma en que invertimos en el sector inmobiliario.
A pesar del atractivo del sector inmobiliario como inversión rentable -aprobada por más del 80% de la población-, solo el 3% de la población mundial invierte en propiedades inmobiliarias. Esta disparidad plantea interrogantes y apunta a problemas inherentes al marco actual de la inversión inmobiliaria. El doble dilema del sector radica en sus importantes barreras de entrada: la falta de liquidez y la necesidad de un capital inicial considerable.
La liquidez del sector inmobiliario, o la falta de ella, es uno de los principales problemas. La operación inmobiliaria media tarda entre 30 y 45 días en cerrarse, con la posibilidad de prolongarse durante meses. Este tipo de retraso no se debe únicamente a la ubicación o al tipo de propiedad, sino que es el resultado de un proceso de transacción complejo, con múltiples niveles en los que intervienen numerosas partes y rigurosos protocolos legales. Un engorroso proceso que contrasta con la relativa sencillez de negociar acciones en el mercado bursátil.
Por otro lado, las exigencias financieras de la inversión inmobiliaria no son alentadoras. Con anticipos en Europa y EE.UU. que oscilan entre el 15% y el 30%, un anticipo típico para una propiedad de 300.000 euros ronda los 75.000 euros, suma considerable que pone de relieve la dificultad de acceso a la inversión inmobiliaria para un público más amplio.
Al examinar las posibles soluciones, comprobamos que los fondos de inversión inmobiliaria, aunque útiles, se quedan cortos. La comisión media de gestión ronda el 10%, y los elevados umbrales de inversión mínima, junto a los problemas de liquidez de los fondos que no cotizan en bolsa, limitan su atractivo. Del mismo modo, las sociedades instrumentales (SPV) ofrecen ciertas ventajas, pero no resuelven suficientemente los problemas de accesibilidad de los pequeños y microinversores, ya que comparten varias de las mismas limitaciones que los fondos de inversión inmobiliaria.
El futuro, sin embargo, se perfila prometedor. La integración de la tokenización en la inversión inmobiliaria anuncia una nueva era de inclusión y eficiencia. A medida que avanzamos hacia 2030, prevemos un cambio transformador en la inversión inmobiliaria, que democratizará el acceso y creará fluidez en un mercado históricamente caracterizado por su rigidez.
La inminente ola de tokenización está llamada a redefinir el panorama de la inversión, presentando una solución que no sólo mitiga los problemas actuales, sino que también impulsa al sector para conseguir que la inversión inmobiliaria sea tan sencilla y accesible como la compra de acciones. Por eso en Token City ayudamos a las empresas a tokenizar sus proyectos inmobiliarios, digitalizando sus activos, haciéndolos más transmisibles y simplificando sus procesos.
Token City es el puente definitivo hacia a la economía tokenizada (tEconomy), en la que las empresas tokenizadas (tEnterprises) crean sus mercados de cripto activos (tMarkets), abiertos a inversores globales (tCitizens).